En 1147, Qal´at Rabah, fué arrebatada a los musulmanes por el rey-emperador que luego, tomó Almería. Poco tiempo después, el rey encomendó la defensa de la plaza a la Orden del Temple y, nombrando gobernador y administrador de sus alquerías, a su hombre de confianza, Yehudá ben Yoseph Ibn Ezrá.
Durante, al menos, cinco años Yehudá acogió en Qal´at Rabah a los refugiados judíos que huían de las persecuciones almorávides y almohades, con la orden expresa del rey de acomodar a los sabios y estudiosos que llegaban, en la ciudad de Toledo.
Quería que, desde Toledo, el conocimiento y el saber antiguo alumbrase al mundo.
Para los antiguos místicos, soñar una luz siempre está asociado con el anhelo de conocimiento y con la búsqueda de la Verdad. La necesidad íntima de seguirla es un buen augurio, una esperanza de superación personal y simboliza la necesidad que el ser humano tiene por transcender a su naturaleza material, viviendo con plenitud su dimensión espiritual.
Las personas que, en aquel tiempo convulso, soñaban una luz en Toledo, pasaron por aquí, por Qal´at Rabah.